lunes, octubre 01, 2007

¿QUÉ SOCIEDAD ESTAMOS FORJANDO?





Carlos BENÍTEZ VILLODRES
Escritor, poeta, periodista, crítico literario
CÓNSUL DEL MOVIMIENTO POETAS DEL MUNDO EN MÁLAGA (ESPAÑA)



En vez de hallarnos en la primera década del siglo XXI, tengo la impresión de encontrarme en los primeros siglos de la era cristiana. Lean y lo comprenderán.

Una niña de siete años fue obligada por su profesora a desnudarse en una escuela de Nueva Delhi por no haber hecho los deberes, dijo el domingo un portavoz policial.

La menor tuvo que desnudarse completamente y posar sobre un pupitre mientras los demás estudiantes tenían que abuchearla, dijo el oficial. "La profesora fue detenida por una queja de los padres pero ha sido puesta en libertad porque era una ofensa por la que se puede salir bajo fianza", manifestó Rajan Bhagat.

"Es una barbaridad", dijo a un periódico Shanta Sinha, responsable de la Comisión Nacional para la Protección de los Derechos del Niño. "Nadie tiene derecho de violar el pudor de un niño". La comisión ha publicado este año una directiva para acabar con los insultos a los niños en la escuela, tales como "estúpido" o "sin cabeza".

Un estudio gubernamental respaldado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) recogió este año que dos tercios de los niños en India sufren abuso psicológico, sobre todo en casa y en las escuelas.

Por otro lado, en otro punto del orbe, un chico de 12 años confesó en la provincia argentina de Corrientes haber asesinado con un cuchillo a un compañero de escuela de 14 años porque 'lo molestaba' permanentemente, informaron hoy medios locales.

El hecho se registró el pasado viernes en la localidad correntina de Ituzaingó, cuando el niño clavó el cuchillo en el cuello de su compañero, según el relato del menor, que se encuentra a disposición de la justicia local.

En un primer momento, el escolar había dicho que el asesino iba encapuchado, que atacó a su compañero y huyó, aunque la historia no había convencido a la Policía, explicaron fuentes de las fuerzas de seguridad.

Según había declarado el niño, ambos estaban haciendo la tarea en su casa cuando escucharon un ruido en el patio y al ir a ver qué ocurría, la persona encapuchada apareció desde el fondo y atacó a su compañero.

Sin embargo, los relatos del pequeño no convencieron a los efectivos ya que no coincidía ese relato con el lugar donde fue hallado el cuchillo.

Tras declarar varias veces, finalmente el niño confesó que él había asesinado a su compañero porque lo molestaba permanentemente en la escuela y ya estaba cansado de esa situación, precisaron los portavoces.

¡Cuántas y cuántas personas aseguran que el pasado fue mejor que el presente! ¿Por qué, si tal afirmación es falsa? Porque viven hoy sólo por vivir, es decir, no sienten en los hondones de su ser la fragancia que exhalan los tesoros y la belleza de la vida, y al no sentirlos, no pueden conocerlos para amarlos, no pueden gozarlos, no pueden lograr que ellos hagan que la vida de estos individuos sea interesante.

¿Quién puede construir una presa para detener las aguas del río de la vida? Esas aguas siempre revueltas y oscuras. El hombre, evidentemente, no tiene poder para detenerlas, pero sí para cambiar el curso de las mismas, para amainarlas y para aclararlas. Hay muchos motivos para no hacerlo, pero uno de los más importantes es que la inmensa mayoría de los humanos no sabe cómo realizarlo. Unos porque se han habituado a esas aguas turbulentas y negras, y sobre ellas van y vienen a merced de sus corrientes, y otros, porque no tienen esa capacidad que se necesita o, si la poseen, se encuentran impotentes para llevarlo a cabo. Por otro lado, están aquellos que sí saben, pero no lo hacen, simplemente, porque no quieren, porque les interesa que sigan el curso que llevan, sus alborotos tempestuosos, sus contaminaciones en exceso. En un sinnúmero de ocasiones, por no decir en todas, el cauce fue excavado por ellos mismos. También la irascibilidad de las aguas y las inmundicias que arrastran tuvieron su origen en este grupo numeroso de enemigos del hombre de buena voluntad.

Si observáramos detenidamente la naturaleza, ella nos enseña cada día todo aquello que nosotros no sabemos. Por consiguiente, si permanecemos ignorando estas realidades, no podremos asumirlas ni recapacitar, ni siquiera durante un instante de nuestro periplo por el tiempo, sobre esas exposiciones tan expresivas como luminosas, que ella nos muestra continuamente. Enseñanzas estas que son vitales para cualquier hombre. A veces esos aprendizajes no son percibidos por el sujeto porque es incapaz de captarlos o porque prestamos más atención a otros menesteres que creemos o nos notifican que son prioritarios, cuando en realidad, aunque lo sean, no deben ser causa de abandono de aquello que también nos beneficia. Sin embargo, en otros muchos, demasiados casos la maldad propia o ajena es la que se interpone, entre la naturaleza y nosotros, para eclipsar totalmente ese mundo nuevo que tenemos al alcance de nuestra psique. En definitiva, quien actúa de espalda a la naturaleza es porque no tiene ni la más mínima idea de cómo debe vivir su propia vida.

Partiendo de la base de que lo que más seduce al hombre de siempre es la belleza. Ésa que vibra a su alrededor, irradiando luces y señales para enriquecer su entendimiento, dar firmeza a su voluntad, acrecentar el caudal de su comprensión..., ¡cómo puede vivir, pues, distante de ella,¡cómo puede ningunearla a cada paso que da!, ¡cómo puede afirmar que admira, ama la belleza, si la tortura y la mata! Ciertamente, ¿quién puede saciarse de belleza, si no la cultiva en su orbe interno? ¿Quién puede hallar aquello que anhela para sí o la luz que crean y esparcen los soles en los que cree, si no se prepara para ir a su encuentro? ¿Quién puede dar amor, si sólo tiene odio y rencor o indiferencia y oscuridad en sus adentros? Nadie puede disfrutar y dar de lo que no tiene. Nadie puede sentir en su piel los rayos del sol durante la noche. Nadie puede hablar o escribir de belleza si no sabe su lenguaje. Nadie puede hablar de la mar, si nunca se sumergió en sus aguas, ni llegó al fondo de la misma.

Mientras el hombre intente comunicarse con sus coetáneos mediante ese lenguaje que sólo sirve para engañar, para confundir, para vulgarizar... a las personas que nutren la incapacidad de elegir libre e individualmente su destino, una gran parte de la humanidad seguirá devaluando la vida, destruyendo puentes, acrecentando las distancias...

La sociedad que tenemos es la que nosotros estamos forjando día a día. Esperemos que el siglo XXI sea infinitamente mejor que el pasado siglo. Ello sólo depende de los que caminamos por las sendas de la vida.

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